Rugosidad superficial
Al chorrear una superficie de acero, además de limpiarla se le da una cierta rugosidad que ayuda al anclaje de la pintura.
La rugosidad aumenta la superficie real a pintar ya que ésta deja de ser plana para tomar un perfil anfractuoso.
Para la medición de una superficie rugosa, se utilizan principalmente los sistema Rugotext nº3 o Keane-Tator, que se basan en una comparación visual y táctil entre unas superficies patrón y aquella cuya rugosidad se pretende medir.
Lo que interesa obtener es la rugosidad media Ra, es decir, la distancia entre el eje del perfil y la línea imaginaria que dividiría por la mitad la suma de las superficies de los picos y los valores.
Si la pintura a aplicar es delgada y de secaje rápido, se distribuye siguiendo, de una forma aproximada, el perfil de la rugosidad, produciéndose un incremento de consumo debido al aumento de superficie a cubrir.
Si la pintura es de capa gruesa, y se nivela por encima de los picos de rugosidad, se produce también un consumo extra debido a la pintura que se emplea en rellenar el «volumen muerto» provocado por la rugosidad.
Tipos de abrasivos
El abrasivo es el material utilizado en la limpieza por chorreado, siendo uno de los elementos más importantes de proceso.
Debe seleccionarse cuidadosamente, atendiendo al estado inicial de la superficie, grado de limpieza a alcanzar, rugosidad a obtener, etc.
El abrasivo debe estar limpio de polvo y sales solubles, debe ser suficientemente duro y su forma y tamaño de partícula son definitorios junto con la presión de la proyección, de la rugosidad que se obtenga.
Los abrasivos más utilizados son:
- Arena de Sílice.
- Escoria de cobre.
Ambas para chorro abierto sin recuperación de abrasivo. Partícula angular que produce alta rugosidad. La escoria deja superficies más oscuras que la arena.
- Granalla de acero (esférica o angular).
Para chorro de máquina de circuito cerrado, con recuperación de abrasivo. La esférica produce rugosidad baja y perfil más redondeado.